Una puerta al pasado
En la muralla de la ciudad del alma existe una puerta que permanece abierta al mundo del pasado, que es el mundo de siempre porque sobre el pasado, si es bueno, se levanta el edificio de nuestra vida. Esa puerta es la de Doña Urraca, acceso mágico que el caminante que viene de la Puerta de la Feria y los barrios extramuros se encuentra de golpe si quiere entrar en el casco viejo de la ciudad, donde duermen los recuerdos dispuestos a despertar con sólo acariciarlos con las yemas de la nostalgia. Yo los he acariciado centenares de veces en la distancia y he podido entrar en la alcoba sagrada de la infancia y adolescencia, y he revivido junto con los míos aquellos momentos en que nos acercábamos a la Plaza de la Leña, que es la que espera nada más cruzar ese arco que lleva el nombre de la que fue la reina de la ciudad durante el famoso sitio; digo que nos acercábamos a esa Plaza para ver las procesiones de Semana Santa que pasaban y siguen pasando por este entrañable lugar. Es mucho lo que me dice este Arco, y por ello traigo aquí su imagen, que ilustra una de las páginas de mi Cuaderno de Sísifo.
Antes de continuar leyendo se que hablas de Zamora y describes los mismos sentimientos de nostalgia que yo experimento, pensando en las veces que pase por allí en compañía de mi difunta esposa. Ahora en la distancia del espacio y del tiempo, retorno al pasado que no volverá.
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