EL HOMO TRANSCENDENTE, de José
Membrive
A Pepe Membrive (Andújar, 1953) lo conocí, como a
muchos otros amigos poetas, en Barcelona en
la tertulia de José Jurado Morales a mediados de los años ochenta, y
desde entonces no he perdido ni su amistad ni sus constantes muestras de
generosidad. Tras la desaparición de la tertulia de Jurado, por el
fallecimiento del poeta, Membrive creó una especie de continuación de aquélla en
el Real Círculo Artístico con el nombre de Diálogos Literarios y, en estos
últimos tiempos, la tertulia Carena, relacionada con la editorial del mismo
nombre fundada y dirigida por él.
Si me preguntaran qué es más para mí Pepe Membrive, si
poeta o ensayista, contestaría sin pensarlo dos veces que poeta. En su haber
cuenta con los siguientes poemarios: Del
amor y la noche (Rondas, 1985), Reductos
de silencio (Devenir, 1991), Besos.com
(Carena, 2002) y El pozo (Carena,
2006), este último escrito tras la dramática desaparición de su mujer Mercé. Ha
publicado también narrativa y ahora el libro que da título a esta breve reseña,
El homo transcendente (Carena, 2013),
un ensayo que participa de otros géneros literarios como el lírico y el
narrativo.
Libro de ayuda en muchas ocasiones, El homo transcendente es un ensayo
esperanzador para comprender en todos sus sentidos la vida actual del hombre en
una sociedad que se desintegra lentamente, ensayo no en balde subtitulado Primer manifiesto vital de la nueva especie.
El ensayo está estructurado en tres partes: 1ª, El homo dual. ¿Quiénes somos? 2ª,
El homo artístico. ¿De dónde
venimos? Y 3ª, El homo transcendente,
¿Adónde vamos? Es, pues, un tratado
sobre la evolución del hombre desde sus orígenes hasta el momento en que nos
encontramos.
Aunque echo de menos una bibliografía al final del
libro, su lectura me remite a un abanico amplísimo de lecturas y vivencias del
autor, desde la Paleontología hasta la Biblia, pasando por la Historia de las
civilizaciones, la Astrofísica, la Literatura española, la Filosofía, las
Religiones, la Mitología y un largo etcétera que incluye a autores preocupados
por nuestros fantasmas y nuestros miedos, como José Antonio Marina, Sigmund
Freíd o Gandhi, sin olvidar las múltiples citas sobre el amor y los más
diversos temas.
Mientras leía el libro, no sólo iba descubriendo la
evolución del hombre y sus misterios relacionados con la vida, el amor, el
arte, la religión y la trascendencia, sino también, y lo más importante, las
creencias, el pensamiento, las opiniones sobre el comportamiento humano, los
sentimientos acendrados y la profunda religiosidad del autor, con sus
inquietudes, miedos, tristezas y júbilos respecto del fenómeno existencial que
gira a su alrededor.
Razón no le falta cuando afirma que el homo sapiens
“es un ser con doble procesador: reza en la iglesia y mata en la guerra; ama a
su perro y destruye a su hermano.” O cuando dice que “El paraíso lo vamos
construyendo con nuestras acciones cotidianas”. “El universo suele devolver,
con efecto retardado y potenciado, lo que cada cual proyecta sobre los demás.”
Decía más arriba que el libro es una mezcla de géneros
y por ello, al lado de las anteriores afirmaciones propias del ensayo,
encontramos numerosos ejemplos de lirismo como en la declaración de amor a Eva
de la página 78, de la que extraigo las siguientes líneas: “Te quiero porque no
eres virgen, disfrutaste en tus carnes el placer; te quiero porque no te
declaraste esclava de señor alguno, porque amas la sabiduría, Te quiero porque
permaneces viva, insuflándome fuerza cada vez que releo tu historia, cada vez
que deletreo tu nombre. Te quiero porque fuiste el primer ser humano que
prefirió el destierro al aplastamiento.” (Pág. 78)
Hay asimismo en el libro múltiples muestras
narrativas, como las “extropecciones” que incluye aquí y allá, o las
introducciones en primera persona de muchos de sus capítulos, que son pequeñas
pinceladas propias de los diarios (“No he podido acudir al trabajo porque sufro
un ataque de lumbalgia, que trato de mitigar con calmantes…” “A media tarde salgo a gestionar mi baja en
el Departament d’Ensenyament, que está a dos calles de donde vivo…”
Sobre todas esas muestras narrativas, destaca sin duda
el Capítulo 8, titulado Un empujón,
donde narra con sereno dramatismo la triste historia de la desaparición de su
exmujer Mercé, madre de su hijo, desaparición ocurrida en enero de 2011, cuando
creía terminado el ensayo y resueltos algunos interrogantes filosóficos y
sociales que más le inquietaban. Fue un hecho desolador que le hizo recapacitar
sobre el verdadero sentido de la vida, sujeto al padecimiento humano desde el
mismo momento en que nacemos.
La muerte de Mercé está tratada en el libro con una
serenidad de espíritu propia de un profundamente espiritual, pese a que el
autor había perdido la fe cuarenta años atrás, a raíz de haber fallecido su
hermano Salvador. Pepe había conocido a Mercé en 1986 y enseguida supo que iba
a ser el amor de su vida. Sin embargo, la esquizofrenia que padecía ella pronto
empezó a sembrar la tristeza entre ambos, y aunque su embarazo significó en
principio una tregua de calma y serenidad, el parto, larguísimo parto, pues
duró tres días, “confirmó la vuelta al infierno”, con palabras de Membrive.
Rebrotó con mayor virulencia la esquizofrenia y, a partir de entonces,
sobrevino un periodo de ingresos y altas, hasta que la muerte se la llevó en
enero de 2011.
La parte de ayuda o de consejos de actuación que posee
el libro es también amplia e importante. He aquí algunos: “Al cuerpo hay que
cuidarlo, tanto en el aspecto interno como externo, a través de la alimentación
y del ejercicio físico; y al alma hay que nutrirla con meditaciones, lecturas,
música, pintura, escritura, aproximación a la naturaleza, oraciones,
celebraciones comunitarias… para que nos pueda insuflar su fuerza y nos permita
una vida sentimental intensa y placentera” (Pág. 96) “No se puede escribir un poema de amor, sin
haber sentido previamente el desgarro de la ausencia.” (Pág. 106)
Pero es el ensayo el género por excelencia empleado en
el libro como aglutinante de todos los demás. Modelos de artículos ensayísticos
compactos son por ejemplo, los que forman el Capítulo 9, especialmente, El Homo Artístico como intérprete del Cosmos,
Ética, un plan de vida para abandonar las
jaulas y La estética, el camino hacia
lo memorable.
Y todos estos géneros comparten un lenguaje claro,
directo y ameno, que, unidos al lirismo que empapa muchas páginas del libro,
cumplen a la perfección el objetivo que buscaba Pepe Membrive al comenzar a
escribir el libro: llegar con la misma intensidad a los sistemas conceptuales y
sentimentales del lector.
Concluyendo, El
homo transcendente es un libro para leer despacio y sin prejuicios, y
mientras se lee, conviene no olvidar ni un instante la frase que dice Pepe en
la página 89 de su libro, en el apartado La
inteligencia social: “Ninguna revolución basada en parámetros puramente
materialistas puede crear una sociedad justa.” Esta sociedad justa es la que
preconiza Membrive en este tratado humanista y religioso; sí, he dicho
religioso, porque si no se abriga una religión, entendida siempre como una
actividad humana basada en creencias y prácticas existenciales, morales y sobrenaturales encaminadas a
conseguir precisamente una comunidad justa.