Casos de economía lingüística
Metro, postal, cámara, cine, tele…
A menudo el lenguaje cotidiano dispone de sus propios mecanismos para
ahorrar expresiones más o menos extensas. He aquí unos cuantos ejemplos que lo
demuestran.
Es frecuente oír expresiones como las siguientes:
“Te espero en la boca del metro
de Urquinaona.”
“Cada día tomo el metro para
ir a trabajar.”
¿Pero cuántos sabíamos que el origen de la palabra metro con la que identificamos el medio de transporte que muchos
ciudadanos tomamos para acudir a nuestros quehaceres diarios proviene del
extenso sintagma siguiente: ferrocarril
metropolitano?
He aquí un ejemplo de ahorro expresivo: el sustantivo ferrocarril se da por sobreentendido,
lo mismo que el componente -politano
(referido a ciudad) del adjetivo que califica al anterior. Y así todo el mundo
sabe qué está identificando cuando dice metro,
a secas, en las expresiones de arriba.
2. Postal
De igual modo solemos decir expresiones como las siguientes:
“Cuando vaya a París te mandaré una postal.”
“En la postal que recibí de mi
prima aparecía la catedral de Burgos.”
En este caso ocurre lo mismo que en el anterior: se omite el sustantivo
al que este adjetivo califica: tarjeta.
Debió decirse en ambas frases tarjeta
postal. ¿Y por qué se emplea postal
y se omite tarjeta? Por lo que
comúnmente se llama contagio lingüístico, según el cual el usuario está
pensando en el medio de envío, que es el del correo (poste, en francés; de
donde, correo postal en castellano).
Otros casos en que se omiten, bien componentes del sintagma: cámara (cámara fotográfica), bien
componentes de la palabra: cine (cinematógrafo),
tele (televisión), etcétera.
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