Tú
mirabas la sombra
de la
cruz en el muro
avanzando
hacia el mundo del silencio,
entre llamas
amarillas y encarnadas
capuchas.
El Silencio
avanzaba
por las calles antiguas
de balcones
apagados y faroles
despiertos.
Sólo a veces
Retumbaba
un tambor entre los pasos
de los
cofrades. Tú mirabas
con
mirada de niño las heridas
del
Cristo que en la cruz agonizaba,
la
sangre que corría
por su
piel cenicienta…
Mirabas…
¡El recuerdo
es tan
mágico a veces!
Pero
anoche la lluvia
al Silencio
privó de penitencia.
El
charol de las calles,
tímido
y solitario,
sólo vio
a la nostalgia
cumpliendo
el juramento.
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