SOBRE VIAJES
Ahora que el relax de agosto aquí en Tossa es absoluto, aunque la masificación en sus pequeñas playas es exagerada, me ha dado por recordar viajes hechos
en "manada" y en autobús, cuando la verdad es que los odio. Sin
embargo, a lo largo de mi vida he realizado algunos viajes en esa horrible
modalidad (media Francia en autobús para llegar a París, media Portugal para hacer
visitas relámpago a Lisboa, Sintra, Batalla, Coimbra, Fátima... También recuerdo otros viajes parecidos pero con el medio de transporte diferente, como el viaje en
avión a Lanzarote con las típicas visitas a Timanfaya, los jameos del agua,
Teguise, Arrecife, Puerto del Carmen...) y que no habían ido del todo mal y
siempre había disfrutado de algún rincón en especial. Casi instantáneamente
evoco el viaje que hicimos en el 91
a Italia en coche particular y en el que nos robaron la
maleta en Bolonia, cosa que, como contraste y liberación, nos hizo disfrutar a
tope en ciudades tan llenas de sensaciones y bellezas como Venecia o Florencia.
Por primera vez, el recuerdo me servía en bandeja una experiencia inolvidable
(incluida la del desvalijamiento de la maleta).
Pero de unos años a esta parte,
sólo me convencen los viajes cortos por lugares entrañables y emblemáticos de la
península: Galicia, Cantabria, Zamora... ¡Qué lejos está ahora el primer
vuelo que hicimos en avión recién casados a Mallorca en compañía de la pareja
amiga, también recién casados, formada por Alberto y Pepi. Días en Palma que se metieron para siempre en
mi alma y alguna que otra escapada a Valldemosa, Sóller o las Cuevas del Drac. Finalmente, estoy convencido de que la valentía que se tiene de joven, una valentía tejida
un poco de inconsciencia y mera vitalidad, se va debilitando con la edad hasta
convertirse a la larga en miedo, un miedo a la experiencia nueva, a comprobar
que nada va a ser como antes. Es como si el miedo y el valor fueran las dos
caras de la misma moneda: la juventud y el arrabal de la senectud por los que
todo el mundo está condenado a pasar. Estoy seguro por fin de que sólo el que sea
capaz de controlar la vejez con una razón y un espíritu completamente jóvenes
(un poco de inconsciencia y ganas de vivir cosas nuevas) podrá salvar algunos
obstáculos, sólo algunos, de la vida nueva que resulta de ir dejando atrás las
fuerzas, las ilusiones, las ganas de disfrutar, la salud, el valor... y
enfrentarse sin complejos a la vejez y... a nuevos viajes.
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