ARLEQUÍN
Prefiero el segundo al primero. Ah, los comedores, los
ventorrillos, las suculentas comidas y las interminables cenas. Comer y beber
hasta reventar.
PANTALÓN
Así se llega antes al cementerio.
DOCTOR
Lo conveniente es comer y beber con moderación para
mantener a distancia la casa donde nunca se come ni se bebe.
ARLEQUÍN
¿Toda esa sabiduría que usted posee la saca de ese
libro que lleva bajo el brazo?
DOCTOR
Casi toda. También conviene echar mano de los
conocimientos empíricos.
PANTALÓN
(A ARLEQUÍN.) De eso sabe usted bastante, pues ha
vivido de ellos siempre, ¿no?
ARLEQUÍN
¿De los conocimientos empíricos? Sí, pero sobre todo de
los desconocimientos generales que tienen los demás. (Al DOCTOR.) A usted que
está tan bien preparado en Letras y Humanidades, me gustaría hacerle una
pregunta que tiene que ver con la poesía que quiero leerle a mi amigo en el día
de su boda.
DOCTOR
Usted dirá.
ARLEQUÍN
¿Qué está mejor dicho: “A partir de hoy, quiero que tu
vida sea un camino de rosas” o “Quiero que tu vida sea, a partir de hoy, un
camino de rosas”?
DOCTOR
En Métrica como en Gramática, todas las cuestiones son
difíciles. Sin embargo, antes de seguir adelante, me gustaría que me contestara
usted a una pregunta mía. ¿Es usted el autor de esas palabras?
ARLEQUÍN
Sí, claro. Aunque sé que son palabras sencillas, me
hace ilusión leerle algo personal.
DOCTOR
En ese caso, lo mejor es seguir lo que le dicte el
instinto. Pero si he de pronunciarme, prefiero la segunda opción; la expresión
es igualmente correcta que la primera aunque más musical. Aunque lo que importa
en realidad es que lea bien la que elija.
ARLEQUÍN
(Echándose mano al bolsillo para sacar algo de él.)
¿Quiere que le lea el escrito? Lo llevo aquí.
DOCTOR
(Se lleva la
mano al estómago.) No hace falta: sé que lo hará bien cuando llegue el momento.
Y ahora, si me perdonan, debo echar una cabezadita en un lugar a la sombra. (Vuelve
a ponerse la mano en el estómago.) La comida y la bebida me pesan demasiado.
(Empieza a caminar hacia la izquierda.)
PANTALÓN
Por mí, adelante.
ARLEQUÍN
Yo tampoco me opongo. Después de una copiosa comida
conviene echar una buena siesta.
(El DOCTOR sale.)
CUARTA ESCENA
ARLEQUÍN y PANTALÓN
ARLEQUÍN
(Mirando hacia el lado por donde ha salido el DOCTOR.)
¿Se ha fijado en la manera como lleva el libro?
PANTALÓN
(Mirando también hacia ese lado.) Ahora que lo dice,
sí. Parece que le tiene gran afecto. ¡Si hasta lo usa de almohada!
ARLEQUÍN
Ese libro debe de esconder algún secreto para no
separarse de él ni un instante.
PANTALÓN
Si está pensando en lo que creo que está pensando, más
vale que se lo quite de la cabeza.
ARLEQUÍN
¿Qué cree que estoy pensando? No soy ningún asesino ni
nada que se le parezca. Sólo digo que si nos hacemos con ese mamotreto
saldremos de dudas si oculta en él algo importante o no. Sólo eso.
PANTALÓN
Seamos sensatos. Los libros no encierran otra cosa que
conocimientos, datos, estudios, ideas y sentimientos que pensaron y sintieron
otros hombres. ¿Qué piensa usted que puede haber en ese libro? ¿Dinero? ¿Joyas?
¿Documentos que hacen ricos a los hombres así, sin más?
ARLEQUÍN
Conozco historias de libros que luego no lo eran.
PANTALÓN
¿Libros que no eran libros? Eso no es más que una
contradicción.
ARLEQUÍN
Sé lo que digo. He oído hablar de libros que eran
estuches. Una de las cubiertas hacía de tapa y el cuerpo de hojas, debidamente
pegadas y ahuecadas luego, formaba el interior del estuche. Yo mismo vi en
cierta ocasión uno de estos raros volúmenes que ocultaba en su interior la daga
que había cometido un crimen. ¿Por qué no puede ser el libro del Doctor uno de
esos libros?
PANTALÓN
Y si lo fuera, ¿qué haría usted para conseguirlo? ¿Cometer
otro crimen?
ARLEQUÍN
Nada de sangre. Ya le he dicho que no soy un asesino. Sólo
quiero aprovechar el sueño del caballero para en un descuido hacerme con la
almohada, digo con el libro. Ahora que si usted no quiere colaborar conmigo, no
pasa nada. Yo sigo adelante con mi plan. Luego no me venga con querer que
reparta con usted los beneficios.
PANTALÓN
(Mirando a todas partes.) Tampoco es eso. Y sabiendo
que no va a haber violencia alguna en su plan, me gustaría participar de algún
modo en él. ¿Qué tengo que hacer?
ARLEQUÍN
Nada más fácil. Cuando esté dormido profundamente y sus
ronquidos se oigan en el cementerio, le levanta usted la cabeza al erudito
durmiente el tiempo justo para que yo pueda hacerme con el libro y luego le
vuelve a dejar la cabeza en el suelo. ¿Qué le parece?
PANTALÓN
(Titubea un segundo.) De acuerdo, el momento que usted
necesita para quitarle el libro, ¿no?
ARLEQUÍN
Eso es lo que he dicho.
PANTALÓN
(Dudando.) Y cuando tenga el libro, ¿qué hacemos?
ARLEQUÍN
(Haciendo ademán de empezar a caminar hacia la
izquierda.) Lo que suele hacerse en estos casos. Salir corriendo.
PANTALÓN
(Agarrándole del brazo.) Un momento. Salir corriendo
¿hacia dónde?
ARLEQUÍN
(Quitándole la mano.) Tenemos dos opciones: o al
cementerio, y allí, tras examinar el contenido del libro, tomar una decisión, o
directamente hacia el ventorrillo y allí preguntar al posadero dónde encontrar
el medio de transporte más cercano.
PANTALÓN
Vistos los pros y los contras de ambas opciones, estoy
pensando en una tercera.
ARLEQUÍN
(Dando muestras de impaciencia.) ¿Cuál es esa opción?
PANTALÓN
Ir al pueblo y allí hacernos con el medio de
transporte que nos vaya mejor a cada uno, a usted para acudir a la boda de su
amigo y a mí para…
ARLEQUÍN
(Mira hacia el lado izquierdo sobresaltado.) Ahora ya
no hace falta. Acaba de despertarse el Doctor.
PANTALÓN
(Sorprendido simplemente.) Habrá tenido una pesadilla.
Las comidas pesadas suelen provocarlas.
ARLEQUÍN
Aquí la única pesadilla es usted. Pero en fin. No hay
mal que por bien no venga. Más tarde o más temprano me haré con ese libro y
sólo yo me beneficiaré de él. Y ahora silencio. Ni una palabra sobre el asunto.
Que aquí llega el Doctor.
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