domingo, 16 de marzo de 2008
Una patada implacable al diccionario
En cierta ocasión un viejo conocido, deportista de renombre, nos contaba a unos cuantos compañeros de trabajo que para una fiesta sonada que celebraba el club al que pertenecía se había comprado una ropa especial. Decía, recordando con satisfacción el evento: "La verdad es que aquel traje mío era implacable". Implacable. Lo que quiso decir sin duda fue "impecable". Claro que a lo mejor por la mente del deportista cruzó velozmente la idea de que su traje era tan impactante que no dejaría a nadie impasible y que todo el mundo aceptaría de buen grado, y sin rechistar, su modo de vestir.
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