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II. EL RENACIMIENTO (SIGLO XVI)
2. FRAY LUIS DE LEÓN
Fray Luis de León (1527-1591) nace en Belmonte del Tajo (Cuenca). Estudia en Madrid y
Valladolid. A los dieciséis años ingresa en la Orden de los Agustinos y estudia
Filosofía y Teología en la Universidad de Salamanca, de la que será profesor.
Sus clases son sólidas, rigurosas y amenas a la vez. Entiende de todo
(Astronomía, Matemáticas, Medicina...) y conoce perfectamente el griego, el
latín y el hebreo, entre otras lenguas. Es un hombre activo; anima a Santa
Teresa a reformar el Carmelo y él mismo colabora en la reforma de su propia
Orden. Pero la envidia le acecha (en la Universidad había rivalidad entre las
órdenes religiosas de sus profesores: dominica, agustina...) y, con motivo de
haber divulgado la traducción del Cantar de los Cantares, es denunciado a la
Inquisición, que lo mantiene encarcelado en Valladolid desde 1572 a 1576.
Comprobada su inocencia, fray Luis se incorpora a sus clases universitarias de
Salamanca y aún tiene tiempo de obtener y regentar las cátedras de Filosofía
Moral y Sagrada Escritura antes de su muerte, que tiene lugar en el convento
agustino de Madrigal de las Altas Torres (Ávila).
La obra poética
de fray Luis fue editada por Quevedo cincuenta años después de la muerte del
agustino para oponerla al aluvión de poesía culterana de su época. Puede
dividirse de la siguiente manera:
Lírica original, que para la mayoría es
la que más calidad posee. Se trata de una veintena de poemas entre los que
destacan las Odas A la Vida retirada
("¡Qué descansada vida"), A
Francisco Salinas ("El aire se serena"), A Felipe Ruiz ("¿Cuándo será que pueda"), A la Profecía del Tajo ("Folgaba
el rey Rodrigo"), A la Noche serena
("Cuando contemplo el cielo"), De
la vida del cielo ("Alma región luciente"), En la Ascensión ("¡Y dejas, Pastor Santo")... Todas estas
composiciones están escritas en liras, la estrofa que había puesto de moda
Garcilaso de la Vega en la etapa anterior.
Lírica traducida de libros sagrados.
Existe un trabajo sobre Job, colección de tercetos intercalados en su obra en
prosa Exposición del libro de Job.
También tradujo una treintena de Salmos,
y asimismo se conservan unos fragmentos de los Proverbios.
Lírica traducida de obras clásicas.
Entre ellas, las Églogas completas
de Virgilio y también las dos primeras Geórgicas
del poeta latino, más de veinte Odas
de Horacio, una Elegía de Tíbulo y
algunas composiciones de Bembo, Séneca y Eurípides, entre otros.
Del estilo de
fray Luis destacamos los siguientes rasgos: el sabio manejo de la lira, la
contención y la profundidad emotiva de su expresión, el lenguaje natural, claro
y armónico, alejado de toda brillantez formal, si bien no rehúye recursos como
la aliteración, el hipérbaton, la personificación, la metáfora, el epíteto o
los encabalgamientos, que, siempre suaves, marcan el ritmo modulado y tranquilo
de su lírica. A todo ello añadiremos la carga espiritual y serena que respiran
sus versos y la pureza clásica que se desprende de su palabra tanto en el verso
como en la prosa.
Los textos
seleccionados corresponden a la décima que escribió a la salida de la cárcel y la
oda a la Profecía del Tajo, en la que fray Luis trata un tema nacional que
preocupaba en la época, como es el de la derrota que sufrió el último rey godo
a manos de los árabes, dando pie así a la conquista de España por los
musulmanes.
Al salir de la cárcel
"Aquí la envidia y mentira
me tuvieron encerrado.
Dichoso el humilde estado
del sabio que se retira
de aqueste mundo malvado,
y con pobre mesa y casa,
en el campo deleitoso,
con sólo Dios se acompasa,
y a solas su vida pasa
ni envidiado ni envidioso."
Profecía del Tajo
"Folgaba el Rey Rodrigo
con la hermosa Caba en la ribera
del Tajo, sin testigo;
el pecho sacó fuera
el río, y le habló de esta manera:
"En mal punto te goces,
injusto forzador; que ya el sonido
y las amargas voces
y ya siento el bramido
de Marte, de furor y de ardor ceñido.
¡Ay!, esa tu alegría
qué llantos acarrea: y esa hermosa,
que vio el sol un mal día,
a España, ¡ay!, cuán llorosa,
y al centro de los godos cuán costosa.
Llamas, dolores, guerras,
muertes, asolamientos, fieros males
entre tus brazos cierras,
trabajos inmortales
a ti y a tus vasallos naturales.
........................................
Ya desde Cádiz llama
el injuriado Conde a la venganza
atento y no a la fama,
la bárbara pujanza,
en quien para tu daño no hay tardanza.
Oye que al cielo toca
con temeroso son la trompa fiera,
que en África convoca
el moro a la bandera,
que al aire desplegada va ligera.
.......................................
Cubre la gente el suelo;
debajo de las velas desparece
la mar; la voz al cielo
confusa y varia crece;
el polvo roba el día y lo oscurece.
¡Ay!, que ya presurosos
suben las largas naves. ¡Ay!, que tienden
los brazos vigorosos
a los remos, y encienden
las mares espumosas por do hienden.
..............................................
¡Ay, triste! ¿Y aún te tiene
el mal dulce regazo? ¿Ni llamado
al mal que sobreviene
no acorres? ¿Ocupado
no ves ya el puerto a Hércules sagrado?
Acude, acorre, vuela,
traspasa la alta sierra, ocupa el llano;
no perdones la espuela,
no des paz a la mano,
menea fulminante el hierro insano.
¡Ay! ¡Cuánto de fatiga!
¡Ay! ¡Cuánto de sudor está presente
al que viste loriga,
al infante valiente,
a hombres y a caballos juntamente!
¡Y tú, Betis divino,
de sangre ajena y tuya amancillado,
darás al mar vecino
cuánto yelmo quebrado,
cuánto cuerpo de nobles destrozado!
El furibundo Marte
cinco luces las haces desordena,
igual a cada parte;
la sexta ¡ay! te condena,
¡oh, cara patria!, a bárbara cadena. "
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