Mi querido señor don Quijote
Mucha alegría me han dado las noticias de las hazañas
que vuestra merced ha realizado últimamente, entre otras, la ganancia del yelmo
de Mambrino o la liberación de los forzados a galeras; alegría que ha
compensado el miedo que siempre amenaza mi corazón al pensar en los mil
peligros que envuelven a vuestra merced en cuantas empresas caballerescas lleva
a cabo. Pero el motivo de esta carta es muy otro. Comenzaré por el principio:
resulta que hoy ha llegado al Toboso maese Benito, vecino de Argamasilla al que
vuestra merced debe de conocer, a proveerse de ganado lanar para mercarlo en
las tierras del sur, y me ha puesto al corriente de la trama que andan urdiendo
el cura y el barbero del lugar para obligar a vuestra merced a regresar al
pueblo y quitarle de la cabeza, de una vez por todas, la idea de recorrer el
mundo para deshacer todo tipo de agravios, defendiendo a los débiles contra el
abuso de los poderosos; sobre todo, después de que la quema de los libros de
antaño y el consiguiente tapiado de la biblioteca no lograran hacerle desistir
de llevar a efecto el incomparable deseo de acabar con tantas injusticias como
en el mundo sigue habiendo. Dicho lo anterior, paso al verdadero motivo de esta
carta. Por este mismo vecino de Argamasilla, maese Benito, le hago llegar esta
carta a la venta en la que ahora debe de estar alojado vuestra merced en compañía
del fiel escudero Sancho Panza, para ponerle sobre aviso y darle tiempo a poner
en práctica cuantos medios tenga a mano para burlar las intenciones del cura y
el barbero, los cuales, ayudados esta vez por el bachiller Sansón Carrasco,
piensan realizar, me temo, mi querido señor don Quijote, aun antes de que
lleguen estas líneas a la venta. En ellas le pongo a vuestra merced en conocimiento
de algunas artimañas que las tres personas mencionadas desean emprender en contra
suya, la principal y primera de las cuales es que el citado bachiller Sansón Carrasco,
bajo el disfraz de caballero andante (se hará llamar, según tengo entendido, el
Caballero del Bosque o de los Espejos), saldrá al encuentro de vuestra merced
para retarle en duelo, haciéndole prometer que, en caso de vencerle, regresará
a Argamasilla y se olvidará para siempre de luchar contra gigantes, malandrines
y toda suerte de encantadores. Bien sabe Dios que lo que más deseo en este
mundo es que vuestra merced salga airoso de cuantos peligros le acechan desde
que tuvo el bendito propósito de servir a los demás para convertir este mundo en
un mundo mejor. Por eso y porque llevo a vuestra merced en mi corazón, fervientemente
le pido que, si por desgracia esta carta llegara tarde a sus valerosas y
esforzadas manos, y las intrigas de sus tres convecinos, en realidad sus más
encarnizados enemigos porque quieren arrebatarle la honra y fama de sus
hazañas, se adelantaran a estas letras, puede estar seguro, mi querido señor
don Quijote, de que mis oraciones y mis mejores deseos estarán dispuestos a
salir en su favor y ayuda para que pueda
vuestra merced derrotar primero a ese taimado bachiller Sansón Carrasco y falso
caballero andante, del Bosque, de los Espejos o como quiera hacerse llamar, y,
por ende, resulte triunfador una vez más de las continuas y perversas acechanzas
del cura y el barbero.
Que así sea.
Contad siempre con vuestra más devota servidora,
Dulcinea del Toboso.
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