viernes, 4 de abril de 2008

HILO DIRECTO CON DIOS

AURELIO MARQUÉS, EL "ÁRBITRO"

Otro compañero que compartió durante bastante tiempo despacho con Mariano Valdovinos y Jordi Puig fue Aurelio Marqués, a quien el primero apodó el "Árbitro", por su afición a pitar partidos de fútbol entre profesores y alumnos. Aurelio es natural de la Alcarria y maestro y especialista en Matemáticas. Al principio enseñó unos años en algunas escuelas de su tierra. En la posada donde se alojaba de uno de los pueblos donde impartía clases conoció a Puri, que era la sobrina de la dueña y maestra como él. Se enamoraron y al poco tiempo se casaron en Guadalajara. Y en la ciudad alcarreña estaban los dos ejerciendo de maestros, cuando Aurelio leyó en un periódico el anuncio de un colegio catalán que buscaba personal docente para completar su plantilla de cara al próximo curso escolar. Escribió a la dirección que figuraba en el anuncio solicitando una plaza y a los pocos días la gerencia del colegio le contestó aceptando su ofrecimiento. La casualidad hizo que aquel colegio fuera el Colegio. Se le decía en la carta que le pagarían a él y a su mujer la estancia en Barcelona mientras duraran los trámites de su contratación. Esto sucedía en las vacaciones de verano; así que, como si estuvieran disfrutando de una segunda luna de miel, viajaron los recién casados a la ciudad condal para pasar unos días. No sospechaban que, si todo salía bien, aquellos pocos días podían convertirse en toda una vida. Y así fue. A las primeras de cambio, fue contratado para empezar a trabajar en septiembre. Y hasta hace unos meses en que se jubió.
Aurelio es una persona jovial, familiar y seria. Le gusta hacer las cosas bien y es amigo de sus amigos. Sus aficiones son el tenis, el dominó, la lectura y el cine que trate sobre biografías de gentes ilustres relacionadas con el mundo de la política. Y si hablamos del fútbol, debemos decir que siente una admiración sin límites por el Atlético de Madrid (siempre será un acérrimo “colchonero”). Desde pequeño defendía con uñas y dientes los colores del Atlético y, como era (y lo sigue siendo) de piel muy morena, los amigos de la infancia lo llamaban Ben Barek (en recuerdo del famoso jugador del mismo equipo). Sin embargo, con el paso del tiempo y dado que habían ido desapareciendo sus aptitudes para practicar este deporte, se metió a árbitro. Y en la época del Colegio arbitraba cualquier partido de fútbol que se celebrara. En otro orden de cosas, Aurelio posee una gracia especial para contar anécdotas de todo tipo, sobre todo, si tienen que ver con algún pasaje de su vida. Una de las que más repite en nuestras reuniones y que celebramos con verdadero entusiasmo es la que se refiere a la ocasión en que su padre y él, todavía un chiquillo, fueron a Madrid a ver un partido de máxima rivalidad entre los dos equipos más importantes de la capital de España.
Resulta que, en espera de la hora del encuentro, se sentaron padre e hijo en una terraza de las inmediaciones del Manzanares para tomar algo fresco. Llegó el camarero a tomar nota de lo que iban a pedir, y entre el padre y el camarero tuvo lugar este diálogo:
PADRE.- “Por favor, pónganos una cerveza y dos vasos”.
CAMARERO.- “Lo siento, señor, tiene que ser una cerveza para cada uno”.
PADRE.- “De acuerdo, pero traiga dos cervezas pequeñas.
CAMARERO.- ( Porfiando) “Es que las cervezas tienen que ser medianas.”
PADRE.- (Harto de tanta historia, contundente) “¿Pues sabe lo que le digo?, que traiga usted lo que le salga de los cojones”.

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