sábado, 5 de abril de 2008

HILO DIRECTO CON DIOS

MUCHA CAPILLA Y POCA LECCIÓN

La vida de capilla pautaba la mayor parte de la vida del Colegio.
Con la plegaria “Oh, Señora mía, / oh madre mía, / yo me ofrezco de todo a vos, / y en prueba de mi filial afecto, / os consagro en este día / mis ojos, mis oídos,/ mi lengua, mi corazón, / en una palabra, todo mi ser…” comenzaba la primera clases de la mañana. El “Ángelus” tenía lugar a las doce del mediodía, momento en el que dejábamos la lección y nos poníamos todos de pie para rezar la oración “--El ángel del Señor anunció a María.” “ –Y concibió por obra y gracia del espíritu Santo…” El “Bendita sea tu pureza / y eternamente lo sea / pues todo un Dios se recrea / en tan graciosa belleza…” cerraba las clases de la mañana. Las de la tarde se reanudaban con un “Ave María” y, finalmente, el “Acordaos, / oh piadosísima Virgen María, / que jamás se ha oído decir…” despedía las lecciones hasta el día siguiente.
En cuanto a los retiros, convivencias más o menos espirituales, rosarios, misas, visitas, adoración del Santísimo, novenas y meses de devoción, romerías, virolais y preparación de los alumnos para la Comunión y Confirmación, eran los pilares sobre los que se asentaba el puente del curso escolar, dejando, así, escuálido el calendario de las clases propiamente dichas.
Abundando en el tema, los meses del curso escolar transcurrían "grosso modo" como se especifica a continuación.
Septiembre se iba entre retiros de profesores y convivencias de alumnos.
Octubre era el mes del rosario, que solía rezarse durante las dos primeras clases de la mañana.
En noviembre tenían lugar las reuniones de padres y profesores encaminadas a la preparación religiosa de los chicos.
El mes de diciembre se pasaba en un suspiro preparando y llevando a cabo la fiesta de Navidad de los alumnos, a la que se invitaba a los padres (y por extensión a los amigos de éstos para hacer soterrada publicidad de lo bien que funcionaba la labor social del Colegio). La fiesta solía constar de varios apartados que tenían lugar en distintos espacios del Colegio: el principal era el Polideportivo, un lugar inhóspito y frío, cuyo desolador ambiente se pretendía paliar con grandes tapices que cubrían las paredes de cemento y estufas de butano repartidas por toda la nave sin que lograsen evitar que los pies de los presentes se quedaran como bloques de hielo. En el Polideportivo se representaba una obra teatral previamente revisada y tamizada por la visión estrecha de la Obra, y a ser posible con la trasnochada moraleja de que todos somos buenos y nos ayudamos unos a otros; entre acto y acto había cantos de villancicos, declamación de poemas y otros pequeños espectáculos, todos presentados por un maestro de ceremonias que debía ser, claro está, miembro de la Obra. Tras las actuaciones del Polideportivo, los padres y conocidos recorrían los diversos pabellones donde recibían clases sus respectivos hijos para ver cómo éstos habían decorado las aulas y construido el Belén (uno por pabellón). También diciembre era testigo de la fiesta de los profesores que, la verdad sea dicha, acudíamos a ella sin mucho entusiasmo y como otro deber del horario escolar (la excepción la ponían los profesores pertenecientes a la Obra, como estaba mandado). Esta fiesta de los profesores consistía en una cena fría y un rato de esparcimiento en torno al Belén, durante el cual había proyecciones nostálgicas de épocas pasadas, en las que los profesores jugábamos a reconocernos en las diversas tomas de la proyección, y actuaciones cómicas y recitales de poesía, siempre a cargo de miembros de la Obra (Jesús Mendoza o Enrique Santos, de los cuales ya se hablará más adelante, eran los principales artífices) y los villancicos de rigor. La fiesta, que había comenzado con la recogida de los regalos (cada uno con el nombre del destinatario y consistentes en detalles de decoración o prendas de vestir como bufandas, pañuelos o corbatas), acababa siempre a una hora prudente de la madrugada para no dar lenguas al pregonero.
Tras las vacaciones de Navidad, enero se convertía en centro de convivencias blancas, es decir, en excursiones a zonas de nieve para esquiar, aprovechando la estancia en lugares tan serenos y apartados del mundanal ruido para proseguir la formación espiritual de los alumnos. Uno de esos lugares era La Molina, donde el Colegio y sus dirigentes disponían de un bien dotado albergue.
El mes de febrero se dedicaba a la preparación de la Confirmación y el marzo a la de la Comunión.
La Semana Santa era un ligero paréntesis que los profesores que no pertenecíamos a la Obra nos tomábamos como un verdadero y ansiado alivio y una ocasión que ni pintiparada para recuperar las fuerzas perdidas tras tantas actividades extraescolares que, unidas a las académicas (a decir verdad, un porcentaje sustancialmente menor, como puede deducirse de lo que se acaba de exponer), nos dejaban al borde de la extenuación; así que procurábamos en esos días aislarnos del mundo para curarnos del estrés y cargar las pilas con el objetivo puesto en la recta final del curso. En realidad, más que recta era una cuesta sumamente empinada, cuyas primeras rampas las constituía abril. Menos mal que el “Virolai” cantado a la Virgen con la vista puesta en la montaña sagrada de Montserrat significaba prácticamente la llegada de la meta intermedia.
“Rosa d’abril,
Morena de la serra,
De Montserrat l’estel,
Il.lumineu
La catalana terra,
Guieu-nos cap al cel,
Guieu-nos cap al cel…”
Mayo era otra cosa. Los alumnos y los profesores pasábamos más tiempo en el oratorio que en las aulas. Mayo era el mes de la Virgen y había que ir a rezar la novena cada día. El altar del oratorio cambiaba también de decoración cada jornada con centenares de olorosas y lozanas rosas que se cortaban de los exuberantes rosales que adornaban los jardines del Colegio. Y cuando no era el oratorio el lugar de reunión en mayo de alumnos y profesores, lo eran las múltiples romerías que se realizaban a las ermitas de los alrededores, que en el Vallés son muchas; y si no, a lugares más distanciados como el Maresme o la Plana de Vic.
Y junio.

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