lunes, 10 de enero de 2011

MEMORIAS DE UN JUBILADO

Una vuelta por el Mercadillo de San Antonio


Ayer tuvimos la suerte de volver al Mercadillo de San Antonio. Pero esta vez tenía un aliciente más: poner en contacto con ese mundo de la ocasión y el misterio a mi nieto Xavi. A esa edad, poco más de dos años, llevé yo por primera vez a mis dos hijos a ese lugar mágico donde los libros de viejo y de ocasión adquieren especial protagonismo. Ahora, es verdad que se ha mezclado con vídeos, juegos, minerales, cromos, juguetes, cómics y un sinfín de artículos que poco tienen que ver con la sabrosa lectura y con el pensamiento de miles de autores pertenecientes a lugares y culturas diversos que tu vieron a bien regalarlo por escrito.
Pero sigue siendo un lugar especial donde los niños aprenden a mirar, a palpar, a oír y oler de otro modo, mientras, acompañados de sus mayores, se abren paso entre la riada humana que pasa entre las dos hileras de puestos ojeando aquí y allá, tocando libros y revistas, discos y cromos, oyendo centenares de comentarios sobre lo que se ofrece en cada puesto.



Ayer vi a mi nieto Xavi rodeado de ese mundo de la página y la viñeta, de los murmullos y las sorpresas, y recordé lo que vivieron mis hijos el primer día que me acompañaron al Mercadillo de San Antonio. Todo eran ojos y oídos atentos, como periscopios abiertos a otra realidad, la realidad del domingo por la mañana entre libros que esperan a ser ojeados y gentes que buscan una oportunidad para llevarse a su casa el tesoro de la sabiduría, el milagro de la ciencia o la emocionante sorpresa del viaje nunca realizado. Aunque todavía es muy niño, Xavi disfrutó a su manera la proximidad de ese mundo. A medida que crezca irá descubriendo nuevas facetas de esas visitas matinales al Mercadillo de San Antonio y más cuando su hermanito Martí le acompañe un día también por primera vez. Él será, sin duda, quien le introduzca en la magia de San Antonio.

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