sábado, 15 de enero de 2011

MEMORIAS DE UN JUBILADO


Dos libros míos (1)

Ayer me llegaron con el olor a tinta reciente mis dos últimos libros hasta el presente. Uno de poesía, otro de prosa nostálgica. El primero, Hacia la luz, escrito en 2009, es una colección de poemas rescatados de libros que ya no están a la venta y de revistas y otras publicaciones. Es útil para conocer mi evolución poética desde aquel Cangilones de vida, de 1978, libro lleno de tantas inseguridades como buenos propósitos, hasta los poemas cibernéticos de 2009 aparecidos en el Centro de Estudios Poéticos, pasando por la plaqueta de 1997 con el poema Toro de la noche que editó el Premio de Poesía Taurina de Valencia y las tres colecciones que Cátedra Nova dio a conocer generosamente entre sus páginas.


Véanse unas breves muestras:


No importa la distancia ni el candado:
con nostalgia se vuelve al fiel camino
que nos lleva a la esencia del pasado.

*

Yo te aprendí tranquilo,
sin religión ni pruebas,
como aprendí a la vez el nido de la casa,
el escalón sonoro
o la sonrisa infinita de la madre.

*

En el campo la calma se hace noche.
y a través del ventano semiabierto
el trabajado buey en el establo
rumia paja y silencio.

*

Recorro la distancia que me aleja
de su boca entreabierta y deseada
y me dejo caer en el mar dulce
que velan sus pestañas.

*

Ser hombre es morir
asido a una cometa
y confiar en que Dios
sujete bien la cuerda.

*

Mi sombra con su sombra
pegadas a la arena:
voz y silencio de la luz que aguarda.
El tiempo es un reloj que sólo sueña
en el beso lineal de sus agujas,
en el beso total de nuestras sombras.

*

San Pedro de la Nave,
contigo sigo viendo
el tiempo que no pasa
y el paso de mi tiempo.

*

¿Adónde van las plumas que volaban
en las nubes benditas de los barrios?
¿Adónde van las tardes que vivimos,
la infancia y la aventura que soñamos?

*

Si quieres comprobar que tienes fuego,
llamaradas bravías en tus astas
y empuje de huracán entre tus huesos,
brama y rompe el silencio de la noche,
ataca el aire frío de la sierra
y castiga la tierra con tu peso;
que tiemble todo rl campo bajo el rayo
oscuro de tu piel, oh bestia bella.

*

De repente, entre viñas agotadas
apareció la muerte traicionera
en algunos cartuchos oxidados
y en la piel de una liebre casi tierra.

*
Timanfaya se duerme
en esta luna isleña donde el viento
y el mar se sobrecogen
a un palmo de sus cráteres abiertos.

*

¡Qué bien os va el carnaval
disfrazados de sotana:
en una mano el misal
y en la otra la guadaña!

*


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